sábado, 21 de febrero de 2009

"Tributo a Borges", Círculo de Bellas Artes, Madrid, 1998






Una exposición recorre el rostro de Borges

54 fotografías del escritor argentino inician la celebración del centenario de su nacimiento

Elsa Fernández Santos, Madrid, 12 de diciembre de 1998
Borges casi ciego escribiendo con la cara a pocos centímetros del papel, Borges con los ojos cerrados, Borges en un bar de París y Borges frente a una librería durante su último día en Buenos Aires, antes de morir en Ginebra en junio de 1986. Cincuenta y cuatro fotografías expuestas en el Círculo de Bellas Artes de Madrid recorren el rostro del escritor argentino, cuyo centenario -nació en Buenos Aires en 1899- se cumple el próximo año. Una fotografía de estudio de Richard Avedon se exhibe junto a la conocida serie que Eduardo Comesaña tomó del autor en 1969. A su lado, un retrato de 1943 de Gisèle Freund y varios instantes del escritor y sus gatos, el animal en el que siempre se reconoció.
"Borges escribió varios poemas a los gatos, los miraba mucho y teorizaba mucho sobre ellos", explica Horacio Salas, uno de los biógrafos del escritor. "Le gustaba decir que los gatos eran independientes y dignos, que le gustaban porque se creían inmortales y únicos en la tierra". El escritor se fotografió varias veces junto a estos animales porque, según el comisario de la exposición, Patricio Lóizaga, "Borges respetaba la actitud distante de los gatos, su contención afectiva, su fondo de angustia. No es casual que le gustaran tanto, eran su seña de identidad".
La exposición de Madrid, titulada Tributo a Borges, y que ya ha sido expuesta en el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires, permanecerá hasta el próximo 17 de enero. Luego viajará a la Universidad de Nueva York hasta el 15 de marzo de 1999. Con Tributo a Borges se inicia en España la serie de exposiciones, conferencias y homenajes que se organizarán con motivo del centenario del nacimiento de uno de los escritores en castellano más influyentes del siglo. Aunque estaba prevista una gran exposición en la Biblioteca Nacional de Madrid, su director, Luis Alberto de Cuenca, señaló ayer que finalmente no se celebrará porque la heredera de Borges, su viuda María Kodama, no la ha autorizado al no gustarle la sala donde se iba a instalar. Dicha exposición (la más completa de las previstas y fundamentalmente bibliográfica) de momento sólo se podrá ver en Venecia, donde será inaugurada la próxima primavera.
Pero la vuelta de Borges a la actualidad supondrá, sobre todo, un amplio debate en Argentina. "Será el momento de nuestra reconciliación con el escritor", afirmó ayer Patricio Lóizaga. "Los argentinos no acabamos de entender a Borges, no acabamos de aceptarle, y quizá ahora llegue ese momento. Sobre Borges todavía existe una gran confusión, que él alentó desde sus innumerables apariciones y provocaciones desde la prensa".
A Borges le gustaba provocar, pero también, según el biógrafo Horacio Salas, le influía su absoluto aislamiento. Vivía sin televisión, sin periódicos, sin radio, y su único contacto con la realidad era "un grupo de señoronas muy conservadoras con las que solía verse y que le hablaban sólo desde su realidad. Pero cuando las Madres de la Plaza de Mayo fueron a verle, él, días después, fue junto a Sábato y pocos más el primero en firmar un manifiesto por los desaparecidos". Además, cualquier comentario del viejo escritor se magnificaba. Borges siempre recibía amable a los periodistas y, según recuerda Salas, cada vez que en los periódicos faltaban noticias se decía "vamos a ver a Borges". "Recuerdo perfectamente cómo una vez le preguntaron por Maradona y él preguntó que quién era ése. Al día siguiente titularon a cuatro columnas: Borges no sabe quién es Maradona".

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