miércoles, 4 de noviembre de 2009

Borges en la hemeroteca


Por Patricio Lóizaga


El escritor más influyente del siglo XX

En agosto de 1998, en una conferencia pronunciada en la Fundación Internacional Jorge Luis Borges, el novelista Héctor Bianciotti recordó que son muy pocos los escritores que han logrado que su apellido se transformara en un adjetivo. Cuando decimos proustiano, kafkiano y borgesiano estamos caracterizando un mundo, definiendo un estilo de cosas, una situación.
La celebración del centenario de su nacimiento –el 24 de agosto de 1999-, que coincidió con el fin del siglo XX, ubicó a Borges como el escritor más influyente de los últimos cien años en Occidente y en todas las lenguas. Si bien pude sonar demasiado categórica, esta afirmación se sustenta, entre otras cosas, en que no hay ningún otro escritor del siglo XX (ni Proust, ni Kafka, ni Joyce, ni Nabokov) que haya generado tanta hermenéutica. Cuando se consultan las bases de datos de las principales universidades europeas, norteamericanas o latinoamericanas, se constata que hay más trabajos de exégesis sobre Borges que sobre cualquier otro escritor del siglo XX.
Borges también ocupa el sitial de autor del siglo XX más citado por un amplio espectro de artistas e intelectuales que incluye cineastas, politólogos, filósofos, historiadores de arte, analistas culturales, arquitectos, matemáticos, físicos cuánticos, sociólogos y, naturalmente, escritores. Existen libros sobre Borges y las ciencias, Borges y el cine, Borges y la arquitectura y Borges y la filosofía, al mismo tiempo que no cesan los encuentros y seminarios en todo el mundo que continúan discutiendo y analizando los contenidos de su obra. Otro dato que revela el grado de irradiación de su pensamiento y permanente interés por decodificar su obra, sin dudas se comprueba en la existencia de varios diccionarios sobre Borges, como por ejemplo el de Antonio Fernández Ferrer, de la Universidad de Alcalá de Henares, editado por Siruela (Borges de la A a la Z), y el de Evelyn Fishburn y Psiche Hughes, prologado por Anthony Burgues y Mario Vargas Llosa, con más de 1.200 referencias. Además, hay que consignar que es el autor más biografiado del siglo XX.

Prejuicios


Néstor García Canclini llegó a afirmar que “Borges fue más que una obra que se lee, una biografía que se divulga”, ya que como consecuencia de sus controvertidas declaraciones, su ceguera, su casamiento con María Kodama y su decisión de morir en Ginebra, mostró hasta el paroxismo una tendencia de la cultura masiva para digerir el arte culto: la de sustituir la obra por anécdotas.
Con ironías y provocaciones, el propio Borges contribuyó a alimentar los prejuicios que nutren el mito. Pesa sobre Borges la doble y contradictoria imagen del escritor aislado y desconocedor de la realidad política y, a la vez, tenaz sostenedor de un pensamiento reaccionario de derecha. Difícilmente se recuerde, y menos aun se destaque, que Los salmos rojos –su primer libro, no publicado- estuvo inspirado en la revolución bolchevique; y que en 1920, poemas como “Rusia” postularon la expansión territorial del movimiento revolucionario de octubre.
En Borges hay una constante –más allá de algunas desafortunadas declaraciones sobre los regímenes militares del cono sur, luego rectificadas-: a lo largo de su vida hay una inequívoca condena al fascismo, al nazismo al stalinismo y a los populismos.
Por otra parte, la idea el intelectual desvinculado de la realidad contrasta con alguien que lideró su entidad gremial desde la oposición al oficialismo gobernante: Borges presidió la Sociedad Argentina de Escritores durante la primera etapa del peronismo. Quizá más fresca esté la memoria de su oposición a la guerra de las Malvinas y sus críticas al Mundial de Fútbol en tiempos de la dictadura militar.
En 1983, antes de que Alfonsín asumiera como nuevo presidente, un asesor suyo reunió a un grupo de artistas e intelectuales en el Hotel Panamericano. Allí, Borges, con 84 años, inició las intervenciones diciendo que a partir de ese momento los argentinos teníamos “el deber de la esperanza”.

La biblioteca y la hemeroteca

La idea de la biblioteca se asocia muy fuertemente a la figura y a la obra de Borges. La Biblioteca Nacional lo tuvo como director durante casi dos décadas, en esa paradoja que él expresó en los primeros versos del famoso "Poema de los dones": “Nadie rebaje a lágrima o reproche / esta declaración de la maestría / de Dios, que con magnífica ironía / me dio a la vez los libros y la noche”. Más adelante en ese memorable texto, Borges se pregunta si el que recorre las galerías de la Biblioteca Nacional es el o Groussac, su antecesor también ciego. La imagen del escritor ciego recorriendo la biblioteca es un imán simbólico que impregna su ícono, su figura, su mito. Además, Borges se formó en una biblioteca: la de su padre, y la biblioteca es una presencia inmanente en sus textos, una clave. Las frecuentes citas a enciclopedias y la fascinación que sobre él ejercieron, también son un dato incorporado, asociado a su figura y su obra. Quizá no pueda decirse lo mismo sobre la idea de la hemeroteca.
Puede afirmarse sin sorprender que el mundo de Borges es un mundo de libros, pero resulta inquietante plantear que se trate también de un mundo de revistas, de periódicos.
Cuando hablamos de Gabriel García Márquez, solemos recordar que trabajó muchos años como periodista y que de algún modo forjó su prosa en ese ejercicio profesional. Quiso fundar un diario, está vinculado a fundaciones y a premios de periodismo cultural y, en un rastro elocuente y revelador, visible y advertido, la configuración de la obra del autor de Relato de un náufrago está constituida por lo que podríamos llamar su relación con la hemeroteca.
Borges tuvo y tiene una intensa y extendida relación con la hemeroteca, quizás no del todo “asumida” por él mismo y por sus estudiosos. Es como si, frente al carácter aparentemente efímero de la publicación periódica, la genialidad de sus textos publicados en libros y la contundencia del libro como objeto y corpus definitivo, hubieran opacado esta dimensión dinámica de sus publicaciones en diarios y revistas, que casi siempre prefiguraban sus textos paradigmáticos. También hay que advertir que las primeras ocasiones en que aparecieron esos grandes textos, fueron publicados en diarios y revistas. "El sur" apareció por primera vez el 8 de febrero de 1953 en el diario La nación; lo mismo que el "Poema conjetural", el 4 de julio de 1943. Los poemas sobre Malvinas, en agosto de 1982, fueron publicados en Clarín.
Borges publicó sus primeros textos en revistas españolas de los años ’20, como Grecia, Ultra, Revista de Occidente y La gaceta literaria, entre otras. En nuestro país participó de la creación de la revista mural Prisma junto a su hermana Norah. Además escribió en numerosas revistas como Proa, Martín Fierro, Criterio, Nosotros, Inicial, Valoraciones, Síntesis, algunas de las cuales lo tuvieron como cofundador. En 1931 se funda Sur, e integra su consejo de redacción. Entre el 12 de agosto de 1933 y el 6 de octubre de 1934 dirige –junto a Ulises Petit de Murat- la Revista multicolor del popular diario Crítica. Entre 1936 y 1939, Borges colaboró con el semanario El hogar.
Estos textos dispersos en revistas y diarios han sido reunidos en distintos libros en los últimos años. Inicialmente, en 1986, Tusquets presentó Textos cautivos – Ensayos y reseñas en El hogar, en una edición de Enrique Sacerio-Gari y Emir Rodríguez Monegal. En 1995, Editorial Atlántida publicó Borges en Revista multicolor, con prólogo de María Kodama y estudio preliminar de Irma Zángara. En 1997 Emecé presentó el primer tomo de Textos recobrados, correspondiente al período 1919-1930; en 1999, la misma editorial presentó Borges en Sur y finalmente, en 2001, el segundo tomo de Textos recobrados, correspondiente al período 1931-1955.
Hay otras formas de presencia de Borges en la hemeroteca.
Frecuente entrevistado, algunos reportajes constituyen piezas clave en su itinerario. En 1968, la edición en español de la revista Life –con sede en New York- le encargó a Rita Guibert una amplia entrevista a Borges, quien se encontraba dictando un seminario en la Universidad de Harvard.
La desgrabación de la extensa entrevista fue editada suprimiendo las preguntas y resultó una suerte de ensayo autobiográfico que constituye una de las más atractivas formas de aproximarse a la vida y al universo del autor de Ficciones. Poco tiempo después, The New Yorker le encomendó un procedimiento similar al traductor Norman Thomas di Giovani, fruto del cual surgió lo que hoy conocemos como la Autobiografía de Borges.
Además, como otra expresión de la relación entre Borges y la hemeroteca, hay que añadir que los números especiales dedicados a Borges por revistas tan disímiles como La gaceta del fondo de cultura, el semanario Gente, Anthropos, Magazine littéraire y la revista Cultura.
Asimismo, se encuentran entrevistas en revistas de circulación restringida y de perfil no necesariamente literario, como la realizada por Horacio González a Ricardo Piglia en junio de 1986, que arroja un muy valioso enfoque en el proceso de relectura de Borges. En el plano estrictamente literario, la hemeroteca nos depara hallazgos: en una entrevista realizada en octubre de 1995 por Graciela Speranza para el suplemento cultural del diario Clarín, podemos encontrar que Harold Bloom –considerado el crítico literario más influyente en Occidente- sostiene que “Borges no ha sido convenientemente valorado por los críticos y escritores hispanoamericanos”.

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