jueves, 3 de septiembre de 2009

Antepasados de Patricio Lóizaga











Al igual que Victoria Ocampo, Patricio Lóizaga pudo decir que la historia argentina era una historia de familia. La sangre de ilustres conquistadores, próceres de la Independencia, caudillos, gobernantes, arzobispos y héroes de guerra, corría por sus venas. Sin embargo, a diferencia de otros miembros de su clase, eligió no descansar en las antiguas glorias de sus antepasados. Fue lo suficientemente inteligente para comprender que esos triunfos y conquistas no le pertenecían. Buscó en cambio otros campos de batalla donde probar su valía. Permaneció fiel a su clase sólo al aferrarse a los principios que la definen: patriotismo, honorabilidad, responsabilidad, sentido del deber y estoicismo.
Patricio José Lóizaga nació el 23 de abril de 1954 en Buenos Aires, en el barrio de Recoleta, más exactamente en una esquina de Av. Callao y Av. Del Libertador. Sus padres fueron José Ángel Lóizaga y María Elena Castro Almonacid. Durante su infancia y adolescencia, solía pasar sus veranos en Mar del Plata, en el Yacht Club Argentino; en Cruz Chica, Córdoba; en la estancia La Severa -de sus primos Laclau- y en su quinta colonial de Bella Vista, donde Adelina del Carril, viuda de Ricardo Güiraldes y cuñada de su tía abuela Dolores Güiraldes, solía leerle Don Segundo Sombra cuando era niño.
Tanto por su lado materno como del paterno, su familia ha producido numerosos y destacados representantes que pusieron su vida al servicio del país con gran valentía, una marcada heroicidad y una honradez incuestionable. Los Lóizaga cuentan entre sus integrantes a políticos y funcionarios de renombre como Carlos Lóizaga, miembro del Triunvirato que gobernó interinamente al Paraguay durante la Guerra de la Triple Alianza; al diputado Marcelino Lóizaga y al Embajador Ludovico Lóizaga, entre otros. También hubo bon-vivants como el médico, corredor de autos y famoso playboy “Coco” Lóizaga; y el legendario Niceto Lóizaga, pionero de Punta del Este.

Niceto S. Lóizaga

El Dr. Niceto Lóizaga nació el 11 de febrero de 1883. De muy pequeño fue llevado por sus padres a la Argentina, primero a Rosario y luego a Buenos Aires. Cursó bachillerato en La Plata, cuando las huellas de la fundación de Dardo Rocha aún estaban frescas. En esa ciudad conoció al célebre paleontólogo Florentino Ameghino, por entonces director del Museo de Ciencias Naturales de Buenos Aires.
Lóizaga se graduó de médico en 1910. Ese mismo año, Lóizaga y su esposa Lina de Bardesi comenzaron a frecuentar Punta del Este, hospedándose en el recientemente inaugurado hotel British House del matrimonio Pitot (ubicado en calles 24 y 17). Desde entonces se convirtieron en incondicionales del balneario. En las primeras décadas del siglo XX la vida de los turistas transcurría plácidamente, entre la asistencia diaria a la playa, la pesca, los paseos en barco, las cabalgatas, la caza de palomas en los bosques cercanos, y las reuniones sociales en los hoteles. Los Lóizaga también se hospedaban en el hotel Biarritz; luego alquilaron el chalet "María Elena" y, finalmente, en 1942 construyeron su residencia propia: el «Vigía». El Dr. Lóizaga afirmaba orgulloso: «...es la casa más austral del país...». Efectivamente lo era, ya que estaba emplazada en el último extremo de la Península. Su silueta, de marcada arquitectura neo-colonial y con una torre mirador, se mantuvo enhiesta hasta la década del '70, cuando se demolió para construir un insulso edificio de propiedad horizontal.
El Dr. Lóizaga desarrolló una brillante carrera médica en Buenos Aires, fue docente destacado en la Facultad de Medicina y se desempeñó como Director del Hospital Muñíz de la capital argentina. Realizó valiosos estudios científicos en los campos de bacteriología, de patología médica, de enfermedades infecciosas, de virología, y sobre la poliomielitis.
Los Lóizaga se convirtieron en asiduos y fieles veraneantes de Punta del Este, llegando por mar en sus barcos el "Alejandro" y el "Flor de cardo". Con el "Alejandro", un velero con dos palos y seis cuchetas construido en Alemania, visitaban semanalmente a los faeneros de la isla de Lobos. El velero inglés "Flor de cardo" era de su esposa Lina, quien al igual que el Dr. Lóizaga era apasionada por el yachting. Entre los dos ganaron ocho medallas de oro, 21 de plata y numerosas de bronce, así como 20 copas. Corrieron varias regattas en Mar del Plata, Montevideo y Punta del Este. Los Lóizaga eran también consumados nadadores, habiendo efectuando la cruzada a nado a la isla de Gorriti varias veces. Lóizaga fue nombrado Comodoro Perpetuo del Yacht Club Punta del Este, institución que contribuyó a fundar en 1925, siendo su primer comodoro.
Durante su estadía veraniega en Punta del Este, el Dr. Lóizaga atendía gratuitamente a los vecinos humildes (pescadores, faeneros y sus familias) que residían en la zona. En el mirador de su casa tenía una pequeña mesa de pino, una rústica silla, unos cuantos libros y una resma de papel. En soledad, frente al mar, componía versos y cuentos gauchescos, algunos de los cuales fueron publicados en la revista Caras y Caretas. Los Lóizaga fueron muy conocidos, respetados y apreciados en Punta del Este, ostentando la calidad de veraneantes durante más de cincuenta años.
El Dr. Niceto Lóizaga falleció en 1966, su viuda lo sobrevivió varios años más. Por su expresa voluntad fue sepultado en el mar, frente a su casa el «Vigía» de Punta del Este. Sus cenizas, guardadas en una urna, fueron arrojadas en el océano puntaesteño que tanto amó.

Antecedentes nobles

Mientras los Lóizaga se caracterizaron siempre por el gusto exquisito, la elegancia y el savoir-faire con que subrayaron cada una de sus actividades –rasgo que definitivamente Patricio Lóizaga supo heredar-, su familia materna, los Castro Almonacid, optaron por una decidida austeridad y un arraigado criollismo lejos de toda afectación. A través de esta antigua familia argentina, Patricio Lóizaga estaba emparentado con el canónigo José Ignacio de Castro Barros -miembro de la Asamblea del Año XIII y firmante de la Independencia Argentina- y con el caudillo Vicente Ángel Peñaloza (1796-1863); era tataranieto del Coronel Lino Almandos y Segura, gobernador de Mendoza en 1862; bisnieto de Vicente Almandos Almonacid (padre), importantísimo minero y gobernador de La Rioja en 1877, y sobrino nieto del célebre aviador Vicente Almandos Almonacid (hijo), miembro de la Legión Extranjera y héroe de la Primera Guerra Mundial.
Los orígenes de esta familia se remontan a la conquista española del siglo XVI. Fue su fundador en América el Capitán Don Alonso de Videla, Señor del Mozo de Coguellen y del Valle de los Ángeles, Encomendero de Lucampayao de Don Felipe de Canuma, Regidor Depositario de Mendoza y Alcalde de Mendoza. Perteneciente a un noble y antiguo linaje que tenía su primitiva casa solar en el Reino de Murcia, Don Alonso de Videla nació en Álava, España, en 1526. Llegó a Indias el 11 de marzo de 1546 y asistió al descubrimiento de Yungullo, del río Bermejo y de las Sierras de Comechingones. Se estableció en el Alto Perú, donde se alistó ante Francisco de Villagra para auxiliar a Pedro de Valdivia, pasando a la conquista de Chile antes de 1552. Luego se radicó en Coquimbo. En 1562 llegó a Cuyo con el Capitán Juan Jufre de Loaysa, donde el 28 de marzo de 1562 participó de la segunda fundación de Mendoza. Allí fue Encomendero, Regidor en los años 1569 y 1579 y fundador del primer establecimiento vitivinícola mendocino. En 1576 recibió mercedes de tierras en Cogeogüelén y Quebrada de los Ángeles en la provincia de Cuyo, y fue más tarde recompensado con una chacra en Mendoza en 1578.
En 1568 contrajo matrimonio en Santiago de Chile con Doña Catalina de León y Muñoz, nacida en Córdoba de Valdepeñas, España, en 1534, con quien tuvo nueve hijos.
Don Alonso de Videla murió en Mendoza entre 1581 y 1583. Doña Catalina lo sobrevivió hasta 1609. Su hijo Don Andrés de Videla fue Capitán, vecino y Encomendero de San Luis en 1595; propietario de tierras en Mendoza en 1607 y Teniente de Corregidor y Justicia Mayor de San Luis en 1610. Casó en 1601 con Ángela Ladrón de Guevara, miembro de una prestigiosa y noble familia. Durante los siglos siguientes, las sucesivas generaciones entroncaron con los más distinguidos apellidos del Virreinato, siendo Pedro Ignacio de Castro Barros uno de sus más ilustres descendientes.

Pedro Ignacio de Castro Barros

Nació en Chuquis, La Rioja, en julio de 1777, hijo de Don Pedro Nolasco de Castro y de Doña Francisca Gerónima Barros. Su hermano Juan Basilio Castro Barros casó con María Antonia Peñaloza, tía carnal del Chacho Peñaloza. Fueron sus hijos Celestina Castro Peñaloza de Quevedo, Bautista Castro Peñaloza, casado con Felipa Chávez -fortinera de Lavalle- y la “Ñaña”, quien siendo niña fue dejada por las tropas de Lavalle en su retirada al norte y recogida por los Castro Peñaloza con el nombre de Barbarita, curiosamente sin apellido quizás para hacer más patético su origen. Otro de sus hermanos fue Francisco Solano Castro Barros, cuyo nieto, Uladislao Castellano, fue Arzobispo de Buenos Aires entre 1895 y 1900.
Estudió en Santiago del Estero y Córdoba, donde en 1800 se graduó de doctor en teología y se ordenó sacerdote a fines de ese mismo año. Ejerció como profesor en la Universidad de Córdoba y en 1804 regresó a La Rioja; allí fundó una escuela y un colegio. De vuelta en Córdoba, obtuvo una cátedra de filosofía en la Universidad. En 1810, el obispo Rodrigo de Orellana lo nombró párroco de la iglesia matriz de La Rioja. Allí construyó en tres años la nueva iglesia, la actual catedral.
Partidario decidido de la Revolución de Mayo, fue nombrado diputado a la Asamblea Constituyente del Año III. Fue partidario de la libertad de vientres y fracasó en su intento de forzar la sanción de una constitución.Fue enviado por la Asamblea a una gira por las provincias, para infundir ánimo revolucionario a un país que ya empezaba a cansarse de los sacrificios, y de la política centralista del gobierno de Buenos Aires; recorrió 400 leguas a caballo, sin resultado visible. Fue elegido también diputado al Congreso de Tucumán, poco después de que La Rioja se separara de Córdoba, provincia a la que hasta entonces pertenecía. Cuando el partido de los Villafañe y Ocampo derrocó al gobernador unitario, pidió al Congreso la intervención de su provincia, que por esa iniciativa volvió a la obediencia al gobierno central. Le tocó presidir el Congreso en mayo de 1816. Dos meses más tarde firmó el Acta de la Independencia, y el Congreso lo envió como diputado ante el general Güemes, para convencerlo de que se opusiera a la candidatura del coronel José Moldes para el directorio. Fue partidario de una constitución monárquica, pero se convenció de postergar la decisión, ante el argumento de Fray Justo Santa María de Oro, de que primero había que consultar a las provincias. Pasó a Buenos Aires, como asesor económico del gobierno de Juan Martín de Pueyrredón.
Escribió algunos tratados sobre política e iglesia, y fue nombrado vicario de San Juan, y luego canónigo de la catedral de Salta. En camino hacia esta ciudad, fue apresado por una partida federaldel gobernador de Santa Fe, Estanislao López, y tomado prisionero. Se fugó a través del Chaco y consiguió llegar a Salta. Pero debió huir por los enfrentamientos entre partidarios y opositores de Güemes. Regresó a San Juan pero también debió escapar unos meses más tarde, por su oposición a la política liberal de Salvador María del Carril. De modo que se instaló en La Rioja. Fundó allí una escuela, y la dirigió hasta que fue nombrado rector de la Universidad de Córdoba, en 1821. Fue legislador provincial en esa ciudad, y daba clases en el actual Colegio Nacional de Monserrat, sin dejar de dirigir la Universidad. Se opuso a la llamada "reforma eclesiástica" de Bernardino Rivadavia, que interpretaba como era una forma encubierta de apoderarse de los bienes de la Iglesia. Dirigió un periódico, El observador eclesiástico, desde donde atacó a Rivadavia y sus aliados. Recorrió la nueva diócesis de Cuyo, ayudando al obispo a establecer su organización. Tuvo una gran influencia sobre Facundo Quiroga, y fue tal vez quien más influyó para que éste declarara la guerra a muerte contra el partido "impío" de Rivadavia. Cuando José María Paz ocupó el gobierno de la provincia de Córdoba, se pronunció en su favor (lo que lo alejaba de Quiroga). Por consejo de Paz fue nombrado vicario de la diócesis de Córdoba por la legislatura.Vencida la Liga Unitaria del Interior fue llevado prisionero a Santa Fe. El gobernador López le permitió moverse con libertad, e incluso predicar en un templo frente a todo el gobierno. Desde allí atacó el sistema federal, por lo que el caudillo le dio tres horas para que se embarcara hacia Buenos Aires. Al llegar a destino, el gobierno lo confinó en un barco por varios meses (evidentemente, la prudencia no era su fuerte). Por mediación de Tomás Manuel de Anchorena se le permitió finalmente bajar a tierra, pero en 1833 se trasladó al Uruguay. En 1841 pasó a Chile, donde dio clases en la Universidad de San Felipe hasta poco antes de su muerte, en abril de 1849.

Ángel Vicente Peñaloza

Nació en 1796 en un pueblito de la Sierra de los Llanos, al sur de La Rioja, de familia influyente en la zona. Hijo de Hijo de Esteban Peñaloza y de Úrsula Romero, fue educado por un tío sacerdote, que le puso de apodo "Chacho", apócope de muchacho. Desde joven fue oficial de milicias, bajo el mando de Juan Facundo Quiroga. En 1826 peleó con el grado de capitán en la batalla de El Tala, en la que fue seriamente herido por el ejército de Gregorio Aráoz de La Madrid. Más tarde peleó en Rincón de Valladares, La Tablada y Oncativo. Después de esta derrota participó en la reconquista de La Rioja para el partido federal, y se destacó en La Ciudadela, definitiva derrota unitaria, en que capturó un cañón con su lazo y lo arrastró hasta sus filas.
Desde su regreso a La Rioja fue comandante del departamento de Los Llanos. Tras el asesinato de Quiroga, en 1836, ayudó al gobernador de San Juan, Martín Yanzón, a invadir La Rioja. Fueron severamente derrotados. Fue perdonado por el nuevo gobernador, Brizuela, y lo acompañó en su unión a la Coalición del Norte contra el porteño Juan Manuel de Rosas, en defensa de la autonomía de su provincia. Los unitarios le pusieron de segundo jefe al coronel Joaquín Baltar, que resultó una pésima influencia. Apoyó la campaña de Juan Lavalle en su provincia, y acompañó a La Madrid (su antiguo enemigo) en su campaña contra San Juan y Mendoza. En la batalla de Rodeo del Medio, la influencia de Baltar le impidió combatir, y fue una de las causas de la derrota. Tuvo que huir a Chile en 1841.
Al año siguiente regresó como parte de una absurda campaña organizada por los exiliados unitarios desde Chile. Iba acompañado por Yanzón y el coronel Santos de León. Sólo el prestigio de Peñaloza les permitió obtener algunos éxitos, pero éstos provocaron la reacción del gobernador de San Juan, Nazario Benavídez, que lo persiguió hasta Tucumán y lo derrotó. De todas formas, Peñaloza regresó a Los Llanos, donde fue derrotado por segunda vez por Benavídez, en Ilisca; y por segunda vez huyó a Chile.
Dirigió una segunda invasión en 1845 y derrotó al gobernador riojano. Pero, entendiendo que su causa no tenía sentido, pidió y obtuvo protección de Benavídez. Éste lo envió en 1848 a deponer al gobernador riojano, y nombrar en su lugar a Manuel Vicente Bustos, que lo nombró comandante de Los Llanos.
Desde 1854 fue comandante de armas de la provincia, y al año siguiente fue ascendido a general. Era muy prestigioso entre los gauchos humildes de La Rioja y las provincias vecinas, y se comportaba como uno más de ellos, salvo cuando mandaba en el ejército. Ellos lo consideraban, también, su protector, su abogado, el solucionador de los problemas de cada uno de ellos.
En octubre de 1858 fue asesinado Nazario Benavídez por los partidarios del gobernador Gómez, por lo que el Chacho dirigió una campaña con la que hizo triunfar la intervención federal. Desde entonces, el presidente Justo José de Urquiza lo tuvo como su hombre de confianza en la zona.
En enero de 1860 derrocó al gobernador Bustos, que se acercaba cada vez más a los unitarios de Buenos Aires, y nombró en su lugar al coronel Ramón Ángel. Poco después fue interventor federal en su provincia.
Después de Pavón, en 1861, el interior del país quedó abierto a los unitarios. Hacia Cuyo salió el coronel Rivas y hacia Catamarca el general Wenceslao Paunero, que enviaron varias expediciones contra La Rioja. Mientras tanto, Peñaloza ofreció mediar en la guerra entre los federales y unitarios del norte del país. Pero a pedido del gobernador tucumano Gutiérrez, se unió a éste; pero fueron derrotados por los unitarios. Regresó a La Rioja, perseguido por sus enemigos, que los derrotaron en varias batallas; los oficiales prisioneros eran fusilados, mientras muchos soldados eran torturados y degollados. La represión fue increíblemente feroz, y eso mismo dio fuerzas a los federales para seguir luchando. El mismo Domingo Faustino Sarmiento aconsejaba: "Si Sandes mata gente, cállense la boca. Son animales bípedos de tan perversa condición, que no sé qué se obtenga con tratarlos mejor."
Pese a su superioridad numérica y de movimientos, Peñaloza fue derrotado repetidas veces. Tras sitiar la ciudad de San Luis, logró firmar un tratado de paz a principios de 1862, en que se le ofrecían garantías. Cuando llegó la hora de cambiar prisioneros, se dice que Peñaloza entregó los suyos, pero no recibió ni uno: todos sus hombres habían sido fusilados. Los militares que debían hacer cumplir el tratado continuaron con la persecución a los aliados de Peñaloza, por lo que ésta volvió a alzarse en armas en marzo de 1863. Logró varios éxitos en San Luis, Córdoba, Catamarca y Mendoza, e incluso depuso al gobernador riojano.
A fines de marzo, el Chacho escribió al presidente Bartolomé Mitre: "Los gobernadores de estos pueblos, convertidos en verdugos de las provincias... destierran y mandan matar sin forma de juicio a ciudadanos respetables sin más crimen que haber pertenecido al partido federal... Los hombres todos, no teniendo ya más que perder que sus existencia, quieren sacrificarla más bien en el campo de batalla."
El llamado a la lucha se hacía en nombre de Urquiza, con cuya ayuda contaban, pero éste no apoyó en nada la revuelta, e incluso los condenó en público. El gobernador Sarmiento, designado Director de la Guerra contra Peñaloza por el Ministro de Guerra Gelly y Obes, escribió al presidente: "No economice sangre de gauchos, es lo único que tienen de humano. "Mitre respondió: "Quiero hacer en La Rioja una guerra de policía. Declarando ladrones a los montoneros, sin hacerles el honor de partidarios políticos, lo que hay que hacer es muy sencillo."
Quedaban fuera de la ley, y por consiguiente se los podía matar en cuanto se los capturaba. Peor que en la época de Rosas. Sus oficiales volvieron a masacrar a los vencidos.
El 20 de mayo de 1863 las tropas del Chacho se enfrentaronn en Lomas Blancas (en Los Llanos) con un contingente de 600 hombres de infantería y caballería de las fuerzas de Paunero, mandadas por Ambrosio Sandes, Pablo Irrazábal, Ignacio Segovia y Julio Campos.
Peñaloza tuvo una corta victoria, cuando el 10 de junio se produce en Córdoba una revolución encabezada por el partido federal ("ruso") y los liberales moderados que depone al gobernador Justiniano Posse, impuesto el año anterior por la fuerza de las armas del ejército nacional mandado por Paunero. Convocado por los revolucionarios, el Chacho entra a la ciudad de Córdoba el 14 de junio. Mientras tanto, Paunero reúne un ejército de 3.000 hombres y se dirige a la ciudad. Peñaloza quiso evitar sufrimientos a la ciudad y salió al campo a enfrentar a Paunero. Éste lo derrotó el 28 de junio en Las Playas, sufriendo los montoneros 300 muertos, un número no precisado de heridos y 720 prisioneros. Casi todos los oficiales prisioneros fueron fusilados.
El caudillo huyó a los Llanos, de allí al norte, a la Cordillera, y por el oeste de la provincia, nuevamente a Los Llanos. De esa forma destruyó los caballos de los enemigos y los desorientó por completo. Luego invadió la provincia de San Juan, y estuvo a punto de tomar la capital. Pero el coronel Pablo Irrazábal lo derrotó en Los Gigantes.
El vencedor lo persiguió hasta Los Llanos, y Peñaloza se rindió al comandante Vera, entregándole su puñal, la última arma que le quedaba. Pero Irrazábal llegó una hora más tarde y lo asesinó con su lanza, e hizo que sus soldados lo acribillaran a balazos. Era el 12 de noviembre de 1863.
Su cabeza fue cortada y clavada en la punta de un poste en la plaza de Olta. Una de sus orejas presidió por mucho las reuniones de la clase "civilizada" de San Juan. Su esposa fue obligada a barrer la plaza mayor de la ciudad San Juan, atada con cadenas.
Al conocer la noticia, Sarmiento exclamó: "No se qué pensaran de la ejecución del Chacho, yo inspirado en los hombres pacíficos y honrados he aplaudido la medida precisamente por su forma, sin cortarle la cabeza al inveterado picaro, las chusmas no se habrian aquietado en seis meses"
Muy poco tiempo más tarde, sin embargo, ya tenía un defensor: el poeta José Hernández publicó una Vida del Chacho. Poco después, el poeta Olegario Víctor Andrade escribía en su homenaje uno de sus poemas más bellos. Dos o tres décadas más tarde, la propia provincia de La Rioja lo convertía oficialmente en un héroe. En su facón, que se exhibe en el Museo de Historia de La Rioja, puede leerse la inscripción que definía su carácter: "Naides, más que naides, y menos que naides"
Está claro que no era un genio militar ni político: le tocó dirigir misiones imposibles contra Rosas y contra Mitre en momentos en que se hubiera necesitado alguien mucho más capaz que él. Pero el Chacho fue, ante todo, un símbolo de la resistencia del interior al despotismo de Buenos Aires.

Vicente Almandos Almonacid

Nació el 25 de diciembre de 1882 en San Miguel de Anguinán, La Rioja, bisnieto de Juan Basilio de Castro Barros. Su abuelo, el Coronel Lino Almandoz y Segura, casado en 1812 con María Almonacid, fue gobernador de Mendoza en 1862. El hijo de ambos, Vicente Almandos Almonacid fue gobernador de La Rioja en 1877 y se vinculó a la familia Castro Barros a través de su casamiento con Esmeralda Castro y Castro. Llegó a cursar estudios en la Escuela Naval Militar, de donde renunció al producirse un incidente con un superior que tuvo actitudes hirientes con su dignidad. Ingresó a la facultad de ingeniería, y luego efectuó trabajos de agrimensura para el gobierno de la provincia de Buenos Aires y para el FFCC Sud, que luego lo envió a Francia para planificar un sistema de obras sanitarias. Allí siguió estudios de pilotaje en la escuela Farman, y en octubre de 1913 recibió su brevet o carnet de piloto del Aeroclub de Francia.
En agosto de 1914, cuando Francia entró en La Gran Guerra, Almonacid se enroló en la Legión Extranjera Francesa como soldado de segunda clase. Dos meses más tarde, se incorporó a la aviación. En 1915 es destacado a una escuadrilla de combate, donde luego asciendió a cabo por su victoria ante varios monoplanos Taube alemanes. Gracias a su coraje bajo el fuego ganó el grado de sargento. Almonacid preguntó al jefe de escuadrilla si había considerado vuelos nocturnos; éste dejo translucir una actitud curiosa, ya que pensaba que este hombre podría estar loco. Cual sería la sorpresa del oficial francés al escuchar el zumbido característico de un avión algunas noches después. La hazaña le valió cuatro días de arresto. Luego su jefe le advirtió "no reincidir, pues de lo contrario sería destinado a la primera línea de la infantería". Almonacid cumplió con el castigo, pero volvió a las andadas. Comentó en sus escritos lo siguiente: "Me parecía que se podía volar (de noche) ¿y cómo no? Se distingue bastante en la red de caminos, de FFCC, el hilo plateado de los ríos. Claro que lo volveré a hacer y si cumplen con la amenaza y me mandan a las trincheras, ¡qué importa!, si de todo modos he venido aquí a pelear y nada de eso hago ¡aquí!"
Almonacid repitió su vuelo nocturno, esta vez con plena carga de bombas, que descargó sobre posiciones alemanas. Al regresar, su comandante lo recibió con gran amabilidad, ordenándole que entrene y conduzca una escuadrilla especializada en vuelos nocturnos. En 1916 organizó una escuadrilla que se haría célebre por sus hazañas, y que estaría equipada con aviones Farman, Breguet Torpedo y Sopwith Camel. Inventó un mecanismo lanza-bombas para aviones que sería adoptado por las naciones aliadas. Sus horas en vuelos de combate superaban el millar, y terminó la guerra con el grado de capitán, su pecho cruzado por las más altas condecoraciones francesas, entre las cuales están la Medaille Militaire y Croix de Guerre, Insignia de la Légion d'Honneur, e Insignia de la Ligue Aéronautique francesa. En 1919, Almonacid regresó a la Argentina como miembro de una Misión Aeronáutica Francesa, y aunque una ley propuso su incorporación al ejército argentino con el grado de capitán, por inexplicable razón, esto no llegó a cumplirse. En 1920 se dispuso a cruzar la Cordillera de los Andes de noche a través de su punto más elevado. Sus amigos gestionaron la adquisición de un caza Spad XIII, con motor de 220 hp, pero la fábrica, al saber que Almonacid sería el destinatario, finalmente lo envía sin cargo, agregando que "los aviones franceses no se venden para el capitán Almonacid, se le regalan". El 20 de marzo de 1920 partió de El Plumerillo a las 19:00h y completó con éxito el primer cruce nocturno de la Cordillera de los Andes. Al organizarse la filial argentina de Lignes aéropostales, Almonacid fue nombrado Director Gerente, transformándose así en uno de los precursores de la aviación comercial en la Argentina. Alma inquieta, en 1925 inventó nuevos sistemas de navegación nocturna para aviones, armamentos y guías para bombarderos que son adoptados por la aviación militar francesa.
Al estallar la Guerra del Chaco, ofreció sus servicios como piloto al Paraguay. Un camarada paraguayo dijo: "La palabra 'guerra' empezó a vibrar en todos los corazones, a ser pronunciada sin temor entre los paraguayos. La República Argentina llamó, con tal motivo a sus jefes y oficiales componentes de la misión (nota del autor: se refiere a la Misión Militar argentina contratada por el gobierno paraguayo en noviembre de 1931). En tal circunstancia, Vicente Almandos Almonacid ofreció sus servicios al pequeño país. Aviador de prestigio internacional, adquirido en su gloriosa intervención a favor de los Aliados en la Primera Guerra Mundial, tuvo la virtud de despertar la confianza pública, la fe y el entusiasmo de los patriotas, además del odio enemigo, movido por el temor de su futura acción. Fue recibido como un verdadero Mesías en aquellos momentos angustiosos, decisivos e históricos de la vida nacional. Como nunca el pueblo esperanzado se desbordó en las calles al servicio de la nacionalidad amenazada, lo más caro de sus bienes. Las damas y niñas de todas las escalas derramaron flores a su paso triunfal por las calles de la ciudad, mientras que los varones batían sus manos encallecidas. Se decía que Almonacid no sólo traía la contribución de su valor, su técnica y su experiencia personal, sino que además había conseguido la contribución de cuarenta y dos aviones de guerra que tras él llegarían a las playas de Asunción para su empleo en el choque cruel al que habíamos sido convocados."Su pobreza le obligó a vender sus pertenencias y condecoraciones para costearse el trayecto. En el Paraguay fue designado Mayor y Director General de Aeronáutica, cargo hasta entonces inexistente.Publicó un manual de aviación para operaciones en el Chaco, organizó la 1ºEscuadrilla de Caza y la 1ºEscuadrilla de Reconocimiento y Bombardeo con los Wibault 73 C.1 y Potez XXC existentes. Aunque gozó de popularidad entre la gran mayoría de sus camaradas, en particular del teniente Leandro Aponte, notó en ciertos grupos una sorda "resistencia pasiva". Pero Almonacid continuó silenciosamente con la misión asignada. Ambas escuadrillas tomaron parte en la gran Batalla de Boquerón, donde realizaron vuelos de reconocimiento, bombardeo y reglaje del tiro de artillería a pedido del comandante del I Cuerpo de Ejército, coronel José Félix Estigarribia. En relación al equipo utilizado por el adversario, la inferioridad del material aeronáutico empleado por el Paraguay -tanto en calidad como en número- era notoria. Por esta razón, el coronel Estigarribia transcribió una directiva terminante de rehuir todo encuentro posible con el enemigo en el aire. En sus memorias, el mayor Aponte dice al respecto de la guerra aérea en el Chaco: "No hubiera sido prudente comprometer la suerte de nuestras escasas máquinas en combates aéreos, que cuando más hubieran proporcionado algunas glorias personales para los aviadores que consiguieran la victoria, y en ningún caso hubieran podido evitar la repetición de las incursiones aéreas del enemigo. La vida misma de la nación se hallaba en juego y no era posible anteponer pequeños intereses y satisfacciones personales como hubiera sido la conquista de algún triunfo para los pilotos o la de presentar batallas aéreas espectaculares para los otros combatientes. "Muy a pesar de sí, Almonacid cumplió a rajatabla con esta directiva, pues consideraba que, si con medios inferiores se había logrado neutralizar a la aviación boliviana, no sería desatinado pensar que en igualdad de condiciones se lograría el control de los aires. Pero no cabe olvidar que en aquella época Bolivia presentaba una de las mejores fuerzas aéreas de América. En reporte elevado al Comando del Ejército Paraguayo, Almonacid aconsejó adoptar como nuevo avión de combate el Curtiss -Wright CW 14R, que ya utilizaban los bolivianos. Se estudió la adquisición de 12 unidades, en momentos en que fue declarado el embargo contra el Paraguay por la Liga de Naciones. La orden ya estaba por ser cursada, pero no hicieron caso a Almonacid y la orden de los aviones Curtis quedó en suspenso. En su lugar se tramitó una orden por un número más reducido de aviones de caza Fiat CR.20 bis, que prueban ser no sólo peligrosos, sino totalmente inferiores a los Osprey recomendados. Ofendido en su honor, sintiéndose desautorizado, Almonacid presentó su renuncia y regresó a su patria a principios de abril de 1933. Una vez allí, publicó un libro de poemas llamado Estrofas. En 1938 es designado Cónsul Argentino en Boulougne-Sur-Mer, cuyas oficinas defiendió de tropas alemanas que habían intentado profanarlas.
Este sencillo y preclaro hijo de la patria argentina, cuyo mero nombre ocasionó una vez innumerables beindis entre los boulevardiers de París, compañero de aventuras de Roland Garros, de Jean Mermóz, de Antoine Saint-Exupéry; aquel hombre que cruzó los Andes en vuelo nocturno; que en endebles aviones desafió los vientos de la Patagonia bravía, finalmente falleció en la pobreza en Buenos Aires el 16 de diciembre de 1953. Su nombre está escrito en el Arco de Triunfo de París.

Vicente Almandos Almonacid estaba casado con Dolores Güiraldes, hermana del célebre escritor Ricardo Güiraldes, autor del clásico argentino Don Segundo Sombra. Tuvo con ella cuatro hijos: Esmeralda, Vicente, María y Ricardo. Cuando apenas la mayor de sus hijas tuvo siete años, Lolita se fugó con su amante, un vendedor de diarios, protagonizando uno de los mayores escándalos de la aristocracia argentina.
Antes de su matrimonio, Vicente Almandos Almonacid había vivido tenido un affaire con Victoria Ocampo –íntima amiga de su cuñado Ricardo Güiraldes-, quien entonces separada de Monaco Estrada y en pareja con Julián Martínez, primo hermano de... su marido.
En el tercer tomo de su Autobiografía, La rama de Salzburgo, Victoria Ocampo evoca su romance con Vicente Almandos Almonacid, pero calla púdicamente su nombre, aludiéndo a él simplemente como el Capitán Z.
Ya en la pobreza, Lolita recibió ayuda económica de Victoria Ocampo hasta el fin de sus días.

14 comentarios:

  1. Hola Amigo
    Soy investigador aficionado de personal latinoamericano que participó en la gran guerra (1914-1918), y le escribo con la intención de saber si existe la posibilidad de recibir de su parte la imagen de Vicente Almandos Almonacid, en una mejor resolución y tamaño. Lo felicito por la información publicada.
    Saludos!!

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  2. Dario, yo tengo algunas fotos de Vicente que podria enviarle si usted me diera alguna direccion de correo electronico, si me permite el autor del blog aclarar que la mama de patricio, no llevaba el apellido barros, ya que utilizaba el apellido de su padre,Domingo Gonzalez Castro talvez la confusion se produzca porque casualmente su esposa era tambien Castro de apellido (Ema Dolores Castro Almandos Almonacid)decendiente de los Castro Barros

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  3. Estimado Darío, gracias por su comentario. Lamentablemente no dispongo de más fotos de V. A.
    Agradezco a la persona anónima que me hizo esta aclaración y le ruego por favor me deje un mail para contactarla. Gracias otra vez.

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  5. muy interesante y detalladas las notas. al interesado, puedo enviarle, si me espera algunos dias una foto scaneada con buena resolución, a un email que me pase. a quien aclaro sobre la mamá de patricio, sus padres fueron Domingo Castro (y Gonzalez) y Emma Almandos Almonacid (y Castro) y no al revés. Ambos parientes entre sí, y ambos de la misma rama familiar Castro. muchos saludos, pablo laclau (placlau@gmail.com)

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  6. Saludos a Todos
    Por favor, disculpenme por la tardanza en revisar los datos en el blog, por favor para cualquier ayuda sobre imagenes de Vicente Almandos Almonacid, de ser posible contactarme al correo: silvacastellano@yahoo.es
    Estaré muy agradecido de todo el apoyo que bien se me pueda brindar para los efectos de la investigación sobre los latinoamericanos en la Gran Guerra.
    Saludos!!
    Dario Silva

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  7. Estimada Araceli:

    Felicitaciones por el homenaje a Patricio Lóizaga, más que merecido. Tuve el privilegio de conocerlo personalmente, tratarlo y ser una seguidora de su Revista Cultura, de sus programas de radio, en fin, persona de bien con mayúsculas, excelente ser humano. Lamenté mucho su partida temprana. Soy una convencida que nuestro país le debe a él, como a otros que, como él, "se bajaron antes en el tren de la vida en el que todos viajamos", mucho en cuanto a los temas absolutamente necesarios vinculados con los valores, con la ética, con la educación y la cultura que supo caracterizar a este nuestro querido país.

    Nuevamente Araceli, excelente homenaje y es de colección toda tu Revista, para darle forward y recomendar.

    Un gran abrazo y el cariño de siempre,

    Sarita Vigna

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  8. Muchas gracias por su comentario, pero quiero aclararle que la Sra. Araceli Otamendi no es la autora de este blog.

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  9. Fui asistente de Patricio muchos años en el INAP, y en la edición del Diccionario de Pensadores, fue un gran amigo, mi gran ejemplo y lo extraño mucho. Gracias por este homenaje. Silvina Caamaño.

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  10. Muchas gracias Silvina por su comentario y por recordar a Patricio.

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  11. Antes que nada: GRACIAS! Por compartir la historia de mi familia de una forma tan acertada. Soy Ignacio Loizaga, hijo del Dr. Alberto M. Loizaga (escritor de varios libros, médico clínico y pionero en la relación entre la meditación y la psicología, exímio deportista y gran ser humano), que es hijo de "Coco" Lóizaga, o sea, mi abuelo, (quién fue XXXX de Niceto Loizaga). Coco, apart de ser un "plaboy" fue un gran médico clínico, entre sus pacientes estaba Amalita Fortabat, que gustaba de él (pero {lamentablemente} no pasó a nada más), me contaron que fue una vez fué a ver a un paciente importante, al llegar, el mayordomo abrió lo recibió y llevó a ver al paciente tendido en la cama, luego de un análisis le dijo "usted está bien... por quién tiene que preocuparse es su mayordomo", lamentablemente murió a pocas semanas; esto es un ejemplo de su asombroso ojo clínico que le sirvió para curar y salvar muchas personas. Mi padre también heredó este buen ojo, algunos pacientes que he conocido me lo han transmitido.

    En nombre de mi familia, estoy enormemente agradecido por este homenaje. Me parece increíble cómo llevo en la sangre el placer a la vida, a la buena vida, no solo de disfrutar, sino también con un sentido de responsabilidad de devolver y dar en detalles y cosas grandes a la vida misma, personas, mundo. Y también tengo el mismo gusto por Punta del Este, no como lo que se transformó ahora, sino por eso otro, que es dificil de explayar en esta devolución. Me gustó mucho la descripción de "savoir-faire". ¡¡Gracias!!

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  12. Muchísimas gracias Ignacio por tu comentario. Patricio siempre hablaba de tu abuelo y te puedo asegurar que lo quería entrañablemente. Además lo admiraba mucho y siempre contaba cosas muy divertidas. Recuerdo una vez me dijo que había salido con Brigitte Bardot.
    Te agradecería todo dato que quieras enviarme sobre tu familia (fotos, documentos, etc.) para poder ampliar más esta entrada, como también corregir los posibles errores.
    Un gran saludo

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  13. GRACIAS POR TANTA INFORMACIÓN!
    Niceto Lóizaga era mi tío abuelo, Lina era mi madrina.
    un abrazo.
    Theo

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  14. Qué buena información! Por coincidencia me salió la página buscando información sobre mis antepasados, Vicente era mi tío bisabuelo, y su padre también Vicente es mi tatarabuelo procedente de la Rioja,que a último momento quedo mal económicamente que por ese motivo hubo un enfrentamiento entre los Almonacid, haciendo que mi bisabuela permanezca su identidad bajo otro apellido. Qué lindo homenaje al sr. Lóizaga, me alegro que hayamos compartido un antepasado en común, saludos.

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