martes, 25 de agosto de 2009

"El mural de Buenos Aires", de Patricio Lóizaga


Un diálogo sobre el arte

El mural de Buenos Aires, un rico diálogo con Guillermo Roux, es el último libro escrito por el ensayista Patricio Lóizaga.

(Télam, 14 de febrero de 2006) - El flamante mural que el artista Guillermo Roux inauguró en la nueva sede del Bank Boston obró como disparador del último libro escrito por el ensayista Patricio Lóizaga, que murió el pasado 1 de enero.
La realización del mural, titulado Homenaje a Buenos Aires, demandó cinco años y constituyó un reto para el pintor, que debía conciliar su imagen -intimista y sugestiva- con las depurada modernidad del edificio diseñado por el arquitecto César Pelli.
El libro, que lleva el mismo nombre que el mural, examina la interacción entre lenguajes artísticos y supone el diálogo de dos creadores y su intérprete. Desde su inauguración, a mediados del año pasado, Homenaje a Buenos Aires se sumó al significativo patrimonio mural del país y dio otro motivo de interés al edificio de Pelli, autor entre otras obras de las célebres Torres Petronas de Kuala Lumpur.
El arquitecto tucumano integró el jurado que seleccionó el proyecto de Roux entre los cinco presentados.
En su ensayo, Lóizaga recuerda que la decoración mural está siempre subordinada al carácter, espacio y perspectiva determinada por la arquitectura. Pero esta determinación no implica -advierte el ensayista- subordinación sino reconversión y reconfiguración del espacio.
En la interacción de pintura y arquitectura hay analogía con las formas métricas a las que se sujetan músicos y poetas para alcanzar la libertad creadora en la sonata o el soneto: en la obra de Pelli y la de Roux, los lenguajes se autoafirman y no renuncian a sus contenidos sustantivos.
El mural tiene una anclaje temporal: es la Buenos Aires de la infancia del pintor presentada en clave de comedia dell'arte. Las dimensiones replican un vasto escenario donde se agrupan los personajes reconocibles y transfigurados, entre ellos la musa del pintor, Franca Roux. Tangueros, músicos, inmigrantes y alegorías se equilibran armoniosamente en la tela.
En el diálogo que da forma al libro, Roux y Lóizaga desactivan conceptuosamente la falsa antonimia entre realismo y abstracción. Lóizaga alinea a Roux en el realismo de Balthus, Lucien Freud y Antonio López García. La filiación es válida en tanto los cuatro se atienen a la representación de lo visible y desde poéticas y estilos diversos sostienen rangos de excelencia.
El análisis formal y técnico es un punto esencial del ensayo de Lóizaga: por su rigor evoca las mejores prácticas de la metodología de investigación gestáltica que en el país establecieron Julio Payró, Osvaldo Nessi, Damián Bayón y Basilio Uribe.
No omite la dimensión semiótica y estilística con las que el pintor coincide y a los que aporta su testimonio. Esta participación construye el diálogo y da matiz intimista a la exigencia teórica del ensayo.
Las dimensiones del mural Homenaje a Buenos Aires (12 metros por 5,40 de alto) demandaron a Roux cinco años de trabajo y la colaboración de Marina Curci y Laura Olalde, sus ayudantes.
La colaboración evoca los años de formación de Roux en las bottegas italianas, una experiencia que fundamenta los principios pedagógicos que aplica en su taller.
El conocimiento del oficio, el "obstinado rigor", el imperativo ético y el servicio al propio país y cultura son otros nexos vitales entre el pintor, el arquitecto y el ensayista.

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