domingo, 8 de febrero de 2009

Patricio Lóizaga, su muerte


Por Araceli Otamendi

La muerte del escritor argentino Patricio Lóizaga me apena profundamente. Ha muerto un poeta, escritor, ensayista, dirigente cultural, docente. Y ante todo murió un amigo. Compartí con él tres años de labor diaria en las revistas que él dirigía y también tardes de domingos en la radio. Cuando lo conocí, él era director de la revista Cultura, de la que se cumplieron en 2005 veinte años de publicación ininterrumpida. Yo trabajaba en la revista La maga y él me invitó a un seminario que dictaba los sábados sobre el pensamiento y la obra de Jorge Luis Borges. Lóizaga era un intelectual innovador y erudito, viajero incansable, conocedor de la cultura argentina, americana y europea. Después, volví a participar por invitación de él en el seminario de pensadoras contemporáneas donde estudiamos la obra de pensadoras como Agnes Heller, Julia Kristeva, Susan Sontag, Luce Irigaray, Judith Butler, entre otras.
Erudito e intelectual brillante, encontraba siempre una veta fresca, un camino nuevo desde donde mirar la cultura, tanto argentina como de otros países.
Era también un poeta.
Pude concretar y participar con él diversos proyectos culturales: la revista El grito, un proyecto innovador y cultural de avanzada, lanzado simultáneamente en Buenos Aires, New York, Madrid, Montevideo y Santiago de Chile. Después, fue la fusión de El grito con la revista Cultura que se publicó y continúa publicándose como Cultura segunda época, el Primer anuario de educación superior de la República Argentina, el Primer catálogo de Revistas Culturales de la Argentina, la antología de textos Imágenes de New York presentada en el Centro Español Rey Juan Carlos I de la New York University en esa ciudad.
Él desarrolló muchos proyectos culturales destacando la obra de Jorge Luis Borges y últimamente de Victoria Ocampo y de Manuel Puig. Los últimos dos años estuvo abocado a su cargo de director del Palais de Glace, a su labor de docente universitario y a diversos proyectos culturales. No era una novedad para él la gestión cultural, había sido Director de Asuntos Culturales de la Cancillería Argentina. Dictó también seminarios en la Universidad de Harvard.
Y también compartí con Patricio muchas tardes de domingo en el programa cultural De persona a persona en Radio del Plata.
Muchas veces nos reunimos con Patricio antes del programa, a conversar sobre los temas de los que hablaríamos a la tarde, en la confitería del Yacht Club Argentino. Era un lugar que a él le agradaba y prefería sentarse ahí, con vista al río. Decía y era cierto que en su biblioteca convivían libros del Subcomandante Marcos con libros de Borges y de Victoria Ocampo. Decía también que cuando estaba triste leía a Cioran.
Patricio creía en la justicia social y era un hombre de convicciones religiosas arraigadas, y profundamente argentino.
Publicó varios libros, entre ellos el Diccionario de pensadores contemporáneos, La contradicción argentina, Mito y sospecha posmoderna, El imperio del cinismo, los libros de poemas: New York y otros poemas y Código secreto, entre otros.
Se ha muerto un poeta, un intelectual argentino valioso, y ante todo se ha muerto un amigo.
Lo recuerdo con afecto.

1 comentario:

  1. Felicito a la señora Otamendi por este texto tan sincero y emotivo.

    ResponderEliminar